sábado, 29 de marzo de 2008

El Deceso

La inminente resurrecciòn de los fantasmas repercute en nuestra memoria como por sorpresa... para ser honestos ya la esperábamos. No se sabe bien o a ciencia cierta lo que ha sucedido, pero se sospecha que no son los espectros quienes han resuscitado, sino que nosotros mismos desde hoy lo somos.

¿Y por qué no habría de ser así?

Pues somos etéreos deambuladores, cuya voz jamás fue ni será escuchada, cuyos actos no modifican ni alteran el producto de quienes dicen ser la elite justiciera que vela por nosotros y nuestra causa. Somos fantasmas porque hemos fallecido tristemente en el fuego cruzado de fuerzas que trascienden gracias a la necesidad que apura nuestro sustento.

Nos han engañado sobremanera, de eso no hay duda. Lo peor es que se veia venir, casi siempre es percibida de antemano la onda expansiva que arraza con nuestra identidad, que a estas alturas se manifiesta tambaleante y ambigua. Sin embargo el mas triste asidero yace, no en repartir cuotas de culpa basadas en el mal que nos procuraron, sino en que hicimos o dejamos de hacer para permitir que nos dañaran. Cuando la víctima es una sola es lógico pensar o creer que por ser una solitaria aventajada nada pueda hacer para combatir a quienes la afligen. Pero cuando las victimas son muchas, demasiadas y sufren por el mismo mal, lo lógico sería que la unión hiciera la fuerza para hacer frente a los injustos... No obstante en este reino que lejos está del mundo metafórico o ideal con el que soñaba Tomás Moro, los afligidos toman partido por alguna de las partes malechoras, prevaleciendo asi la desunión y fomentando el mal que abre aun mas las brechas entre una idea en común de espectros afligidos que somos.


No hay corolarios, ni adalides, mucho menos heroes. Solo fosas comunes donde descansaran los restos de los espectros que aun son golpeados por no haber sido obligados a abandonar su cuerpo.
Así las masas aglutinadas y pegajosas como un caramelo que escupido de la boca de algún sofista se derrite en la acera hirviente de nuestro verano mas infernal.
¿Para qué combatir si hemos muerto en vida?

1 comentario:

Rodrigo dijo...

pero los muertos estamos en cautiverio y no nos dejan salir del sementerio... muy bueno el blog. No lo descuides maese.